La curruca capirotada, un ave de plumaje discreto, enriquece su dieta insectívora con las bayas de la hiedra que crece en el puente de la Alameda.
Debajo del puente, una cerica busca un hueco para construir su nido. Quizás no se acuerde que el año pasado una riada echó a perder su primera puesta. Mientras tanto canta para atraer una hembra a su territorio.
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